Autor: Luis Fernando Arredondo Gómez
[Escrito en el municipio de Itagüí el 26 de septiembre de 2000 durante mis días de rebusque en el bar El Sombrerón. La motivación de este escrito, además de mi condición de excluido, fue la acusación que contra Edgar Allan Poe hiciera su albaceas testamentario -Rufus Wilmot Griswold- por 1849. Este acusó a Poe de ser un envidioso ejemplar.]
Soy todo un envidioso, tal vez uno de los mayores. Quisiera
que ninguna estrella brillara más que la mía, que ninguna gran idea fuese mayor
a cualquiera de las mías, que el éxito jamás coronase otras empresas que las
mías, y que los mayores aplausos fueran colocados todos cual laureles en mis
sienes.
Egoísta hasta el fondo, apegado como muy pocos a mis bienes,
ocultador de “tesoros”, elitista y miserable.
Liderazgo negativo es el mío: en mi trato social no sumo amigos, sino que resto, y resto, y resto nombres. Desdeño, tachando como facilismo, el triunfo de otros; tachando como hipocresía sus buenas intenciones; tachando como ignorancia sus divagaciones; tachando como arrogancia la manifestación de sus convicciones...
Siendo como soy, he nacido para morir solo, cual he vivido y
viviré. Así las cosas, el repudio lo conozco bien... casi diría que lo espero.
“Amén”.
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