Autor: Luis Fernando Arredondo Gómez
[Cuento hecho en Envigado en el segundo semestre del año 2002 para el Taller de Redacción Periodística de la Universidad de Antioquia, dictado por el maestro en literatura colombiana Andrés Vergara. El tema no es nada original y está inspirado en la película norteamericana The Blob (1958), protagonizada por Steve McQueen. En español el título de la película fue La Mancha Voraz o La Masa Devoradora. Yo vi completa la película hace un mes (junio de 2016), pero cuando escribí el texto sólo recordaba la imagen del mounstro que vi siendo niño en el Teatro Colombia de Envigado, cuando contaba unos 12 años aproximadamente. Esta edad la he precisado por la alusión en el cuento al desastre de Armero (1985). También hay un vínculo con el origen de los homoluncos, descritó por Humberto Eco en su Péndulo de Foucault. El contenido de este cuento cotejado con la película, es una prueba de la realidad del inconsciente y de las propiedades que le atribuye la psicología. Título inicial: El ser.]
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UNAULA (Medellín), 5 de abril de 2002. |
En cada lugar seco de la
Tierra sobre el cual dos amantes heterosexuales tejen un orgasmo, surge cerca,
en un húmedo y selecto paraje, una semilla gaseosa que del cuerpo femenino cae
a tierra, y que es independiente de la otra concepción.
Transcurridos 10 días
desde tal suceso y sin que un rayo de sol se pose en aquel sitio, alcanza
aquella minúscula bola el tamaño y la forma de un trombón de tono marrón. Y aún
con su imponencia, visible sólo se presenta al perro o perrillo que orina justo
en el rincón. No antes ni después.
Si la suerte del pobre animal es poca,
generalmente en tres patas ninguno de ellos es veloz, termina engullido por el
malvado gas. Pasado el tiempo necesario para que aquella cosa atrape y trague a
otros 50, al punto ya ha alcanzado el tamaño de un camión.
Una vez ha culminado
tan dura digestión, de improviso estalla produciendo un calor tan arduo que
logra derretir un nevado, un temblor tan potente que puede activar un volcán, y
expele un olor tan asqueroso que los átomos de azufre repelen su contacto.
El
ser del que hablo es real. Si no me creen, pregúntenle a los sobrevivientes de
Armero por aquella terrible carcajada.
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