miércoles, 9 de octubre de 2013

Un zipa en Europa (crónica)

Autor: Luis Fernando Arredondo Gómez

(Escrito en Envigado a finales de 2005, para el curso de Periodismo III de la Universidad de Antioquia, dictado por el editor del periódico El Colombiano, Víctor León Zuluaga Salazar.)



Año 2005

    Hay momentos propicios para invocar a los ancestros, y lo ideal es hacerlo acompañado de consanguíneos. De otra forma, si los espíritus se acercan, no danzan sino que luchan. Propicio fue encontrar al documentalista antioqueño Juan Guillermo Arredondo, más conocido como “chiqui”. Le pregunté por su familia y me contó de su tío-abuelo Rafael Arredondo Velilla, fundador de las Casas Liberales, en los años treinta, y apodado el “doctor manzanillo”… De esas cosas hablaba yo con “chiqui”, cuando se nos acercó un hombre moreno, de 1.90 metros de altura, y con un perfil como el que el caricaturista Ricardo Rendón le dio a “Pielroja”. El extraño dijo: “¡Zipagauta!... aquí en la escuela los niños oían mi apellido y me decían: ¡indio, a ver pues las flechas!... Tanto me jodían los pelaos, que decidí ponerme por segundo apellido el segundo de mi madre, o sea Giraldo… En Europa era otra cosa...”


Carlos Rendón Zipagauta
                                                                                               
                                                                                              
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    “¿Zipagauta?”, preguntó el director Victor Gaviria. “Zipagauta: el zipa de las chanclas”, tradujo Carlos Rendón Zipagauta, el documentalista caleño e invitado especial del Tercer Festival de Cine Colombiano Feria de las Flores. Ahí lo conocí y ahí danzaron entre la conversación y la invocación al pasado hispanoamericano, varios de los cinéfilos y cineastas nuestros. Estábamos frente al auditorio Luis Alberto Álvarez, en el bloque diez de la ciudad universitaria, esperando  contemplar alguna de las películas del Zipa.

 
A Rendón Zipagauta le ocurrió lo que a muchos en el país: sin vislumbrar posibilidades de desarrollo aquí, emigró a Europa, donde comenzó una fructífera carrera como documentalista. Hoy sus películas son transmitidas en distintos canales científicos y culturales del Mundo, tales como los de la National Geografic. Durante el Tercer Festival tuvimos oportunidad de ver sus documentales “Los Nukak Makuk” y “Portadores de Agua”.



Víctor Gaviria.
                                                       
                                                
    Los Nukak son la “última” tribu nómada de Suramérica. El documental del Zipa muestra distintos aspectos de estos indígenas que habitan las selvas del Guaviare: cual es su indumentaria, como construyen sus casas, de qué forma obtienen sus alimentos, cuales son algunos de sus ritos, etc. También muestra la visión de los colonos, quienes paulatinamente han tumbado la selva para transformarla en zonas cultivables, y han convertido a parte de los Nukak en campesinos. Éstos reciben por pago algunos alimentos, especialmente golosinas, así como atención médica y espiritual de diversas iglesias protestantes que se encuentran en la zona.

 
    El documental, grabado en 1993, es considerado un clásico por muchos antropólogos y estudiantes de antropología, que ignoran que Rendón Zipagauta hace puesta en escena en todas sus producciones, y trabaja con un guión tan pormenorizado como el que se usa en el cine argumental. Esta situación abre el debate sobre qué tan científicos son los documentales presentados por canales como Discovery, Animal Planet, National Geografic, etc. Para el zipa ese no es su problema: él busca recrear aspectos de la realidad y no replicarlos. Sus “documentales” son un diálogo entre la realidad y la estética.



Los Nukak makuk
                                                    
                                                 
    Luego de escoger el tema a tratar y la región a cubrir, Rendón Zipagauta se traslada solo al lugar, provisto de cámara fotográfica y grabadora. Convive con los habitantes por varias semanas, busca los sitios y asuntos de interés, toma muchas fotos para conformar paulatinamente su narrativa visual, escoge unos personajes llamativos (es posible que haga casting), familiariza con ellos, los entrevista, etc. Averigua algunos datos necesarios para la producción, y retorna a su hábitat para trabajar en ella, centrándose él en la factura del guión. Cuando retorna al lugar, lo hace con un gran equipo de producción, con el apoyo financiero y logístico que sólo ofrece el trabajar con empresas del primer mundo, y con los respaldos en seguridad y permisos que exige el poder local.


    “Portadores de Agua” es su obra más reciente, y la preferida del zipa. Trata de una pareja de hombres, supuestamente padre e hijo (realmente no eran tal), quienes proveen de agua dulce a un pueblo de pescadores a orillas del mar. Para hacerlo realizan un viaje en barco de cuatro días, hasta llegar a una ciénaga, en la cual llenan de agua dulce los depósitos del barco. Esta película antes que un documento, es una poesía. En su fotografía resplandecen los bellos paisajes de la Ciénaga de Ayapel (departamento de Córdoba)… y no aparece el cordón de seguridad impuesto por los paramilitares, en el tras de cámaras. No hay un solo tiro, una sola lágrima, un solo grito, como si una varita mágica nos hubiera sacado de Colombia… Son 52 minutos de relación fraterna entre “padre e hijo”, donde el sonido más “estridente” es una bella melodía costeña grabada en España. Esto es lo que le critican en Europa, donde conocen a Carlos Rendón Zipagauta… Personalmente pienso que esta película proporciona una paz y un sosiego que resultan benéficos para todos.


Cigarrillos piel roja
                              

martes, 8 de octubre de 2013

Terminator Vallejo (crónica)

Autor: Luis Fernando Arredondo Gómez

 
(Escrito en Envigado a finales de 2005 para el curso de Periodismo III de la Universidad de Antioquia, dictado por el editor del Periódico el Colombiano, Víctor León Zuluaga Salazar. ) 
 
Año 2005


    Dentro del pasado Tercer Festival de Cine Colombiano Feria de las Flores, vimos el documental La Desazón Suprema: Retrato Incesante de Fernando Vallejo, del cineasta Luis Ospina.


 
    Este caleño nacido en 1949, es una de las figuras más importantes del cine colombiano de los últimos treinta años. Autor de dos largometrajes: Pura Sangre (1982) y Soplo de Vida (1999), así como de tres decenas de documentales. También es crítico de cine e investigador.


 
    Los críticos colombianos le abonan a Ospina su pericia técnica, que aprendió en universidades norteamericanas como la Universidad del Sur de California (USC) y la Universidad de California Los Ángeles (UCLA). Pero, ponen serios reparos a la puesta en escena de sus películas. Con sus documentales son menos rígidos, pero, los consideran parte de un género menor dentro del cine.


 
    Ospina fue quien puso en contacto al cineasta Barbet Schroder con la obra y la persona de Fernando Vallejo, de lo que resultó la versión cinematográfica de La Virgen de los Sicarios. Ospina hizo además un pequeño detrás de cámaras de esta película. Posteriormente retomó una idea que Schroder abandonó: hacer un documental sobre la parte menos conocida de la personalidad del escritor. Así nació La Desazón Suprema.



Luis Ospina

                                                                                                       
    Ospina se traslado a México, a vivir durante dos meses como vecino de Vallejo. Allí se entrevistó con éste y lo grabó durante veinte días. Sólo a Schroder con su cámara, le había permitido el escritor tal cercanía, en Medellín. Pero, también Ospina había demostrado en el pasado ser uno de sus incondicionales. La Desazón muestra imágenes grabadas por los dos cineastas. Vemos a Vallejo ingresar al templo de La Candelaria, arrodillarse y encender un velón; ingresa en Las Cuevas del vicio, rodeado de niños sacoleros; recorre las casas en las que vivió con sus padres; revisa las ediciones de sus libros, crea sus columnas literarias y pide opiniones a Ospina, entre risas, sobre el contenido de aquéllas.


    Sin embargo, desconfiamos de la naturalidad de lo que vemos. Pensamos que Vallejo toma por tontos a quienes lo miran… Él, que vomita su alma en lo que escribe, ahora juega con la tímida cámara de Ospina

 
Fernando Vallejo Rendón
                                                     
     En La Desazón, aparece triunfante el Vallejo brutal y despiadado que escandaliza en los textos. Sus mandíbulas y cráneo manifiestan el cuerpo caníbal que gobiernan; sus gestos ahondan la frialdad de su cinismo; sus ojos oscuros coronan de maldad su rostro. El tono de su voz le da al látigo de sus palabras una contundencia más destructiva. Correctamente vestido, se nos presenta como un exhibicionista, como un mediático autor maldito.


    La “bestia” no le huye a las cámaras, mejor las usa para amplificar su blasfemia. Con tantas canas como el Woytila de quien despotrica, tan solemne como un arzobispo, lanza su oración inversa por la destrucción de Colombia. De los infiernos emerge el espíritu de Terminator Vallejo, cargado de fusiles que disparan letras de plomo y metralla

 
    Pero, toda imagen de horror desaparece ante el primerísimo plano de unos ojos surcados por lágrimas, que se niegan a llorar, por no acompañar a una voz entrecortada que nos habla del alma penante de nuestro personaje. ¡Por fin una verdadera chispa de humanidad, que salva a la “bestia”! Tristemente fue una, que duró tan poco como el guiño de un ojo.






Terminator
                                           
                                             
    La realización técnica de La Desazón fue original, moderna y heterodoxa. Ospina fue su director, productor, camarógrafo y sonidista. Algunos críticos lo acusaron de hacer puesta en escena, de poner a actuar a Vallejo. Ospina lo niega. En resumidas cuentas, rindió homenaje a un escritor de gran significación para la lengua española, prolífico y profesional. Se perfecciono, además, una simbiosis artística en la que cineasta y escritor se eternizan, y pasan a escena alternativamente.


    El primero es el dios que soltó a la “bestia” para que devorara a los críticos herejes; el segundo es el ser demoníaco que potenció su furia y estableció su reino mientras duró el documental. "Oremos" para que la crítica propicie el conocimiento de la obra de ambos.